Los primeros testimonios se remontan a la época argárica. En el cerro de los Allozos hubo un asentamiento íbero del tipo oppidum. A partir del siglo X, Montejícar fue un pequeño lugar fortificado (hisn) de gran importancia en la frontera nazarí hasta su toma en 1486. Tras la Reconquista, se integró en las Siete Villas, que surtían a Granada de cereal, ganado y madera. En el siglo XX, sufrió un abandono masivo del hábitat rural, mitigado recientemente por la implantación del olivar.